Alcohol y drogas en la vía pública: radiografía de un problema que no desaparece

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Por años, el consumo de alcohol y drogas en la vía pública ha sido una postal recurrente en plazas, parques, calles y esquinas de Chile. Pero, ¿estamos mejor o peor que antes? ¿Qué dicen las cifras recientes? ¿Y por qué las comunas están endureciendo sus normativas?

En medio de una creciente preocupación por la seguridad urbana y la convivencia en los espacios comunes, el tema ha vuelto con fuerza al debate público. Lo que antes se consideraba una “picada al aire libre” o una escapatoria entre amigos, hoy representa un foco de conflicto que involucra salud pública, delitos menores y deterioro del entorno urbano.

En el estudio que fue realizado por SENDA, se dio a conocer que uno de los factores que inciden en el consumo de alcohol es el nivel educacional. Respecto de este punto la encuesta observa un uso más intenso en aquellas personas que solo tienen educación básica (66,4%) y media (65,7%) en comparación a aquellos que cuentan con educación superior (51,3%).

Menos consumo, pero más riesgos visibles

De acuerdo con los últimos estudios de SENDA y cifras entregadas por gobiernos locales, el consumo general de alcohol en Chile ha disminuido en comparación con décadas anteriores. En los primeros años de los 2000, alrededor del 60 % de la población adulta reconocía haber bebido en el último mes. En 2022, esa cifra bajó al 39,2 %.

Pero esa caída no cuenta toda la historia. Lo que preocupa no es solo cuántas personas beben, sino cómo lo hacen. Un informe de SENDA de 2025 revela que de los que sí consumen alcohol, más de la mitad se embriaga al menos una vez al mes. En hombres, ese porcentaje sube a 55,2 %, y en adultos jóvenes (entre 25 y 34 años), llega al 57,1 %.

En otras palabras, menos personas están tomando, pero quienes lo hacen tienden a beber en exceso.

El nuevo foco: el espacio público

Los datos duros hablan de consumo riesgoso, pero en muchas comunas el problema ya se vive —y se ve— en las calles. Vecinos que reclaman por personas bebiendo en las plazas, residuos de latas y botellas, peleas, ruido a deshora, y la percepción constante de que ciertos sectores se vuelven inseguros cuando oscurece.

La respuesta de los municipios no se ha hecho esperar

En La Reina, en enero de 2025 se implementó una ordenanza para multar el consumo de alcohol y drogas en espacios públicos, incluyendo plazas, parques y hasta vehículos estacionados. La normativa también sanciona el acoso callejero y el porte de objetos peligrosos.

Ñuñoa hizo algo similar a fines de 2024, habilitando a sus funcionarios de Seguridad Ciudadana para fiscalizar y cursar multas a quienes consuman en la vía pública. En Puerto Montt, en solo un mes de junio de 2025, se levantaron 29 infracciones por consumo de alcohol en la calle, y 2 por drogas.

Estas ordenanzas no son casualidad. Son una señal clara de que el problema no se limita a lo privado o a la salud individual: el consumo de sustancias en la calle es un fenómeno social que afecta la percepción de seguridad y la convivencia urbana.

¿Es realmente peligroso beber en la vía pública?

Para muchos, compartir una cerveza en la plaza no parece una amenaza. Pero los especialistas advierten que el consumo de alcohol y drogas en espacios públicos aumenta la vulnerabilidad personal y colectiva:

  • Exposición a delitos: personas en estado de ebriedad son más propensas a ser víctimas de robos, estafas o agresiones.
  • Conflictos vecinales: ruido, basura, conductas inapropiadas o violentas generan molestia en la comunidad. Riesgos de salud y accidentes: desde caídas hasta enfrentamientos, pasando por intoxicaciones.
  • Deterioro del espacio urbano: el uso informal del espacio público, sin control, puede llevar a su abandono y pérdida de valor como lugar de encuentro seguro.

Además, el alcohol sigue siendo la sustancia por la que más personas ingresan a tratamiento en Chile, por sobre drogas ilícitas como la pasta base o la cocaína. En 2024, más de 1.700 personas en la Región del Biobío fueron atendidas por esta causa en dispositivos de SENDA.

Un cambio cultural en camino

Las normativas municipales son un paso importante, pero no bastan por sí solas. El cambio de fondo es cultural: dejar de normalizar el uso del espacio público como zona de consumo desregulado, y comenzar a pensar en las calles y plazas como lugares de cuidado común.

Eso implica varias cosas:

  • Educación temprana sobre consumo responsable.
  • Espacios públicos con buena iluminación, seguridad y mantención.
  • Presencia visible de patrullaje preventivo y dispositivos de vigilancia.
  • Campañas que promuevan el autocuidado y la convivencia.

También es clave no demonizar a quienes consumen, sino enfocarse en las condiciones que favorecen un consumo riesgoso y en los mecanismos para proteger tanto al consumidor como a su entorno.

Tecnología y vigilancia: parte de la solución

En ese escenario, la tecnología cumple un rol crucial. Las cámaras de seguridad en parques, calles y zonas comerciales permiten:

  • Disuadir el consumo visible y desordenado.
  • Alertar en tiempo real a equipos municipales o policías.
  • Recoger evidencia ante delitos asociados al consumo (riñas, hurtos, acoso).
  • Reforzar zonas donde las ordenanzas municipales están activas.

El uso de inteligencia artificial en videovigilancia también permite identificar patrones de comportamiento asociados al consumo problemático, lo que puede ayudar a anticipar eventos críticos y optimizar los recursos de fiscalización.

¿Vamos hacia una ciudad más segura y saludable?

La baja en el consumo general de alcohol es una buena noticia, pero el aumento de embriaguez entre los consumidores activos y su presencia en espacios públicos obliga a actuar con decisión. Las ordenanzas, la fiscalización y la tecnología están siendo parte de la respuesta, pero se necesita una mirada integral.

Recuperar la calle no es solo tarea de los municipios o las policías. Es una responsabilidad compartida que requiere compromiso de las personas, del Estado y de empresas que aporten soluciones para una ciudad más cuidada, más digna y más segura.

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Estudio de Seguridad

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