En un país donde la percepción de inseguridad se mantiene alta pero los hechos delictuales muestran matices, ¿Cómo podemos proteger mejor nuestros espacios urbanos, hogares y comunidades?
En medio de calles cada vez más transitadas y barrios que buscan recuperar su sentido de vecindad, la seguridad y la convivencia urbana se imponen como temas centrales para miles de familias chilenas. En un país donde la encuesta ENUSC 2024 revela una percepción de aumento de la delincuencia de 87,7 % a nivel urbano (cesc.uchile.cl), cabe preguntarse: ¿estamos mejor preparados que hace unos años para enfrentar la violencia y la inseguridad en nuestros barrios?
Los datos duros hablan de avances en ciertos indicadores, pero también de brechas profundas en percepción, denuncia y prevención. Si bien no se puede atribuir a una causa única, la combinación de urbanización acelerada, desigualdades sociales y tecnologías emergentes nos plantea nuevos desafíos. Este artículo ofrece un análisis profundo, con datos, causas, perfiles, advertencias y recomendaciones reales para hogares y comunidades que quieren tomar un papel activo en la seguridad.
Datos y estadísticas
Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), durante 2024 se registró que 55 % de los hogares víctimas de delitos no denunciaron el hecho formalmente (ine.gob.cl). En paralelo, la Fundación Paz Ciudadana reportó que el porcentaje de hogares afectados por robo o intento de robo bajó de 36,6 % en 2023 a 32,8 % en 2024 (pazciudadana.cl).
Estos números permiten identificar dos tendencias: una ligera mejora en algunos indicadores de victimización, pero una persistente y alta percepción de inseguridad, lo que evidencia una brecha entre realidad y sensación ciudadana.
Análisis de causas o factores
Si bien no se puede atribuir a una causa única, entre otras cosas la inseguridad en las ciudades chilenas responde a factores como:
- Crecimiento urbano acelerado y falta de infraestructura de prevención adaptada.
- Desigualdades socioeconómicas que generan focos de riesgo concentrados en ciertas comunas de Santiago y otras regiones.
- Falta de denuncia formal y subregistro del delito real.
- Percepción elevada de inseguridad que no siempre se traduce en más delitos, pero sí en miedo y cambios de conducta.
- Tecnología limitada o desigualmente empleada para vigilancia, disuasión y monitoreo comunitario.
Perfiles o contextos
Las víctimas o sectores más afectados suelen concentrarse en áreas urbanas densas: comunas como La Reina, Ñuñoa o sectores de la Región Metropolitana que combinan tránsito intenso, comercio abierto y espacios públicos con menor control vigilado.
Los delitos ocurren con mayor frecuencia en momentos de menor visibilidad: horas vespertinas, accesos vulnerables o espacios con baja iluminación.
En el contexto de los hogares, quienes perciben mayor nivel de riesgo son mujeres, personas mayores y habitantes de sectores con menor conectividad social y seguridad visible.
Pero no hay que bajar la guardia
Aunque los indicadores muestran cierta mejora, ningún barrio o vivienda está completamente libre de riesgo. Incluso en comunas con buena cobertura policial puede haber delitos oportunistas, robos sin violencia o situaciones de riesgo que aprovechan la complacencia.
Por ejemplo, la cifra de hogares victimizados sigue superando el 30 % según mediciones recientes (pazciudadana.cl). Además, la alta percepción de inseguridad implica que muchas personas viven bajo constante alerta, lo que afecta la calidad de vida y la confianza comunitaria.
Por lo tanto, la prevención debe seguir activa: las inversiones residuales o “ya hice algo” no bastan.
Buenas prácticas o recomendaciones
Aquí tienes acciones concretas para hogares, barrios y comunidades que desean robustecer su convivencia y protección:
- Refuerza el ingreso al hogar: Instala un buen sistema de control de accesos y considera una alarma para casa con sensor de puerta o ventana.
- Usa tecnología visible y útil: Considera cámaras de seguridad en puntos estratégicos de visibilidad exterior e interior.
- Integra un sistema de detección exterior: Un sensor de movimiento con alarma integrada puede alertar rápido ante intentos de ingreso.
- Selecciona el panel adecuado: Un panel de alarma moderno permite gestionar alertas, integrarse a alarmas wifi y enviar avisos al celular.
- Arma tu sistema de seguridad integral: Evalúa un kit alarma o sistema de alarma para casa que combine varios sensores, control remoto y vigilancia conectada.
- Sensibiliza a la comunidad: Fomenta la visibilidad de hogares protegidos y genera redes vecinales de apoyo mutuo.
- Monitoreo activo y mantenimiento: Asegúrate de que los dispositivos estén conectados y actualizados.
- Combina protección tecnológica y vigilancia humana: La tecnología ayuda, pero la atención ciudadana también es clave.
¿Qué rol juega la tecnología en la seguridad?
Desde Clickhouse creemos que la tecnología —bien implementada— puede ser una aliada estratégica para mejorar la seguridad urbana y residencial. En particular, sus ventajas son:
- Disuadir delitos antes de que ocurran mediante cámaras de seguridad y sensores visibles.
- Recoger evidencia útil para la policía o vecinos en casos de intrusión o vandalismo.
- Permitir alertas remotas vía alarma wifi o control inteligente.
- Integrar funciones como luz con sensor de movimiento o sirena alarma en un solo sistema conectado.
- Facilitar la gestión del riesgo para barrios completos mediante redes de hogares interconectados.
Al adoptar un sistema de seguridad conectado, las familias chilenas pueden reaccionar más rápido, tener mayor visibilidad de su entorno y colaborar mejor con vecinos y autoridades.
Limitaciones o realidades
Es importante saber que ningún sistema brinda garantía absoluta. Las tecnologías pueden fallar, requerir mantenimiento o depender de la conexión eléctrica e internet. Además, la vigilancia tecnológica no reemplaza la participación comunitaria ni el rol de la prevención social.
Hay que tener en cuenta que la percepción de inseguridad puede ser mayor que la realidad de los delitos, lo que exige políticas de confianza y transparencia.
Por último, los costos pueden variar: la clave está en equilibrar inversión, nivel de vulnerabilidad y retorno —priorizando siempre la prevención antes que el remedio.
La clave está en entender que la seguridad ciudadana no es solo responsabilidad de un organismo estatal ni cuestión exclusiva de tecnología. En un país donde los datos muestran avances moderados mientras la percepción sigue alta, la combinación de comunidad, tecnología y cultura preventiva es indispensable.
Esto implica hogares protegidos, barrios cohesionados, dispositivos confiables y alertas tempranas. El desafío de garantizar seguridad real y percibida está lejos de resolverse, pero cada inversión en prevención cuenta. Invitar a vecinos, compartir información y adoptar medidas concretas es una forma de hacer que la seguridad pertenezca a todos.
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Porque la seguridad también comienza con saber mirar y con decidir hoy.