La música y los sonidos no solo cumplen la función de entretenimiento o expresión artística, sino que también pueden tener un impacto profundo en nuestra percepción de seguridad y en la forma en que nos comportamos en espacios públicos. Desde la música ambiental en centros comerciales hasta los sonidos que llenan las calles de una ciudad, los estímulos sonoros juegan un papel clave en la creación de atmósferas que pueden ser tanto acogedoras como peligrosas.
La sónica y seguridad en el espacio público fue investigada en diferentes disciplinas desde la psicología ambiental hasta la criminología. La forma en que el sonido nos afecta en nuestro comportamiento puede influir directamente en cómo nos sentimos en un lugar: si un espacio es percibido como seguro, las personas actuarán de manera más relajada; mientras que cuando el espacio se percibe como amenazante, pueden pensar modificado su comportamiento tal que se vuelva más cauteloso, o incluso paranoico.
En este artículo, analizaremos cómo la música y el sonido pueden impactar la seguridad en el espacio público, de qué manera las autoridades y organismos pueden aprovechar esta herramienta para contribuir a la sensación de seguridad y, a su vez, cómo estos mismos sonidos pueden ser utilizados para desalentar conductas delictivas o riesgosas.
El poder de la música en el control de la seguridad
1. Música ambiental para crear una atmósfera controlada
La música ambiental, ya sea en un centro comercial, parque o estación de metro, puede ayudar a definir el ambiente de un lugar. Un estudio de la Universidad de Leicester, por mencionar uno, encontró que el género musical que se escucha en una tienda influye en el comportamiento de los compradores, con efectos en cuanto a cómo interactúan con los productos o en lo cómodos que se sienten en el establecimiento. Lo mismo sucede en los espacios públicos: emplear música suave, pausada y agradable crea un ambiente relajado, que podría propiciar el trato pacífico de los individuos y atenuar sus conflictos.
En contraste con esto, la música estridente o de ritmo rápido puede también generar una mayor alerta en las personas, haciendo el ambiente más tenso y disminuyendo la percepción de seguridad. En un ambiente de espacio público, la música relajada y la falta de sonidos agudos hacen que las personas se sientan más cómodas, y pueden llevar a una disminución en los incidentes violentos o comportamiento agresivo.
2. La música como herramienta de distracción y disuasión
En sitios como estaciones de ferrocarril, aeropuertos y centros deportivos, la música se ha utilizado como una distracción para impedir que las personas se concentren en actividades criminales o que pongan en riesgo su vida. Por ejemplo, en algunos lugares los dueños de los espacios públicos han puesto música ambiental para tratar de evitar el vandalismo y la conducta antisocial.
Un conocido caso de este método es el uso de frecuencias sonoras en determinados rangos para alejar a agrupaciones de jóvenes que suelen reunirse en ciertos lugares generando ruido en horarios de baja circulación. La música a un nivel adecuado no solo permite mantener frío el ambiente, sino que permite mantener más ocupadas a las personas, y más concentradas en su entorno, provocando que terminen alejándose de conductas disruptivas o ilícitas.
3. Música como herramienta de control social
Además de la música ambiental, los sonidos y melodías programadas pueden tener un efecto manipulador que cambia la percepción del espacio. En algunas ciudades la música clásica o sonidos agradables han sido usados como una medida para disminuir los índices delictivos en parques o plazas. La idea detrás de esto es sencilla: una música agradable es una música que convierte a todos en personas menos agresivas, menos provocativas.
Con la música clásica o el sonido suave de la naturaleza, ofrecen la oportunidad de disminuir los niveles de ansiedad que pueden llegar a causar encuentros o peleas en la vía pública. Este tipo de sonidos también puede ayudar a promover un comportamiento más cooperativo entre las personas, lo que hace que el lugar sea aún más seguro.
El sonido del caos: cuando la música y los ruidos pueden generar inseguridad
1. Ruidos molestos como fuente de incomodidad y ansiedad
Por otro lado, ruidos molestos o estridentes también pueden causar estrés y ansiedad en las personas, disminuyendo su sensación de seguridad. Esto es especialmente así en lugares con gran concentración de personas, como mercados, calles o transporte público. El ruido constante de sirenas, vehículos, gritos o música a un volumen elevado puede contribuir a formar una atmósfera caótica en la que la gente se siente incómoda, distraída, e incluso más vulnerable de encontrarse en situaciones peligrosas.
Así, los sonidos caóticos y sin control pueden influir en el comportamiento de masas. La gente tiende a desconectarse de su entorno, lo que hace que su capacidad para responder de manera apropiada a las amenazas potenciales disminuya. Esto también puede promover la actividad criminal, ya que los criminales se benefician de la confusión que el ruido excesivo genera. Por otro lado, el comportamiento de las personas también puede verse afectado por ruidos excesivos, ya que provoca tensión ambiente y esta puede derivar en agresiones o violencia.
2. El ruido como distracción en el momento de un robo
Cuando un espacio público se llena de sonidos fuertes (como música alta, gritos o el ruido de una multitud), la gente presta menos atención a su entorno. Los robos y otros crímenes se pueden cometer sin que las víctimas se den cuenta de inmediato. Los delincuentes pueden aprovecharse de esta distracción y actuar sin que los testigos puedan reaccionar. También, demasiado ruido puede dificultar la identificación de los delincuentes pues las víctimas no alcanzan a oír con claridad lo que sucede a su alrededor.
Estrategias para mejorar la seguridad mediante la música y los sonidos
1. Implementación de sonidos ambientales adecuados
Los espacios públicos pueden beneficiarse enormemente de un control adecuado del sonido. Al mantener un volumen moderado de música agradable y natural (como sonidos de agua o viento), los administradores de estos espacios pueden contribuir a crear un ambiente más seguro y cómodo para todos. Esto también incluye el uso de música que no solo sea suave, sino que también sea apropiada para la cultura local o el contexto del espacio.
2. Uso de tecnología para monitorear y controlar los sonidos
En ciudades modernas, las autoridades pueden usar tecnología de monitoreo de sonido para controlar los niveles de ruido y asegurarse de que se mantengan dentro de límites seguros. Además, los sistemas de sonido pueden ser programados para emitir alertas o anuncios importantes, lo que puede aumentar la percepción de seguridad y mejorar la comunicación en áreas públicas.
3. Integración de sonidos naturales para promover la paz
A menudo, los sonidos naturales, como los de la naturaleza (pájaros cantando, el sonido del viento o el agua corriendo), son los más efectivos para reducir el estrés y la ansiedad. Incorporar estos sonidos de manera estratégica en parques y plazas puede promover una atmósfera relajante que fomente una mayor cooperación y sentido de comunidad, haciendo que las personas se sientan más seguras.
Conclusión
La música y el sonido son cruciales en la formación de atmósferas que podrían impactar directamente en la sensación de seguridad de un lugar público. Aunque la música suave y los sonidos placenteros pueden promover la cooperación, la felicidad y reducción de la tensión, los sonidos molestos o caóticos tienen el efecto opuesto, y generan atmósferas donde la percepción de vulnerabilidad frente a delitos incrementa. En consecuencia, una adecuada regulación del sonido en el espacio público es un recurso potente para promover la seguridad y optimizar la convivencia.
Cuando se utilizan correctamente, los sonidos pueden no solo facilitar que un lugar sea más atractivo, sino también ayudar a disuadir la delincuencia y hacer que todos se sientan más seguros y cómodos.