Durante los últimos meses, Chile ha enfrentado una alerta sanitaria que ha puesto en evidencia cómo evoluciona el tráfico de drogas y los métodos para engañar a la población, especialmente a los más jóvenes. Se trata de una nueva droga con apariencia de sticker, una sustancia que luce como una simple calcomanía colorida, pero que esconde en su interior una peligrosa mezcla de compuestos psicoactivos capaces de generar graves daños a la salud e incluso la muerte.
El hallazgo ha generado preocupación tanto en las autoridades como en las familias. Y no es para menos: esta sustancia es capaz de pasar desapercibida, camuflada entre objetos escolares, adornos o accesorios que cualquiera podría manipular sin imaginar el riesgo que representa.
Una droga disfrazada de diversión
La droga, en apariencia, parece inofensiva. Se presenta como un sticker decorativo, de colores llamativos y diseños atractivos, similar a los que se pegan en libretas o mochilas. Pero detrás de ese aspecto infantil y aparentemente inocente se esconde una combinación de cocaína, ketamina y THC, tres sustancias que por sí solas ya representan un peligro considerable.
Esta mezcla, sin embargo, multiplica sus efectos y riesgos. La cocaína actúa como estimulante, acelerando el ritmo cardíaco y alterando el sistema nervioso. La ketamina, por otro lado, es un potente anestésico disociativo que puede provocar alucinaciones intensas. Y el THC, principal componente del cannabis, potencia los efectos psicoactivos y altera la percepción de la realidad.
Cuando estos tres compuestos se combinan, los efectos se vuelven impredecibles. Los consumidores pueden experimentar desde euforia extrema hasta desorientación total, náuseas, convulsiones o incluso pérdida de conciencia. En casos más graves, puede provocar paro respiratorio o cardiaco.
Lo más peligroso es que, al venir en formato de sticker, puede manipularse con facilidad sin que la persona sepa lo que está tocando, lo que representa un riesgo de intoxicación accidental, sobre todo para niños y adolescentes.
Un nuevo desafío para la salud pública
Chile ha estado en constante lucha contra el narcotráfico y la aparición de nuevas drogas sintéticas. Sin embargo, este caso representa un desafío distinto: el camuflaje y el atractivo visual del producto están pensados para enganchar a un público joven, en un formato que se integra fácilmente a su entorno cotidiano.
Imaginemos la escena: un niño o adolescente encuentra un sticker llamativo en la calle o en su colegio y lo guarda, o incluso lo toca por curiosidad. El solo contacto con la piel podría ser peligroso dependiendo de la cantidad de sustancia contenida en él. Esto convierte a este tipo de droga en una amenaza silenciosa y de difícil detección.
Por eso, las autoridades han reforzado las campañas de prevención y los llamados a la comunidad educativa para mantenerse alerta. Los profesores, apoderados y padres deben estar informados de que este tipo de sustancias existen, y que el peligro puede presentarse en formas que no parecen drogas a simple vista.
Prevención en casa: la educación sigue siendo la mejor herramienta
Hablar de drogas en casa no es fácil. Muchas veces, los padres temen que hacerlo despierte curiosidad o incomodidad, pero la realidad es que el silencio es el mejor aliado del peligro.
La prevención comienza con la información. Explicar a los hijos qué tipo de sustancias existen, cómo pueden presentarse y qué efectos provocan es una manera directa de reducir el riesgo. Los jóvenes deben entender que los traficantes utilizan estrategias cada vez más sofisticadas para captar su atención, y que no todo lo que parece “inocente” lo es.
También es importante fomentar la confianza. Si los hijos sienten que pueden hablar de cualquier tema sin miedo a ser juzgados, será más probable que cuenten cuando algo les parezca sospechoso.
Comunidades más seguras: la importancia de la observación y la acción rápida
Las drogas como esta no solo afectan a quien las consume. También amenazan la seguridad del entorno. La circulación de estas sustancias suele ir acompañada de redes de distribución que operan en barrios, colegios o lugares de reunión juvenil.
Por eso, mantener la comunidad informada y conectada es fundamental. Vecinos, profesores, trabajadores de salud y autoridades locales deben compartir alertas y actuar ante cualquier hallazgo inusual. Si aparece un sticker sospechoso o una calcomanía con olor extraño o textura rara, lo mejor es no tocarlo y avisar a la policía o a los servicios de salud.
De hecho, las redes comunitarias de vigilancia han demostrado ser efectivas en otros casos. Cuando las personas conocen su entorno y confían unas en otras, los riesgos disminuyen considerablemente.
Seguridad y prevención desde el hogar
Más allá de la educación y la comunicación, la seguridad del hogar también juega un papel clave en la prevención. En muchos casos, los traficantes o distribuidores intentan acercar sus productos a sectores residenciales o incluso a entradas de colegios, donde dejan objetos aparentemente inofensivos.
Por eso, contar con sistemas de vigilancia y alarmas puede marcar la diferencia. En mi experiencia en Clickhouse, hemos visto cómo la instalación de cámaras de seguridad ha ayudado a familias y comunidades a detectar situaciones sospechosas cerca de sus hogares o negocios.
Nuestras cámaras no solo permiten ver lo que ocurre en tiempo real, sino que también graban movimientos inusuales y alertan directamente al celular del propietario. Esto ha sido clave en varios barrios donde se han reportado intentos de distribución de drogas cerca de plazas o zonas escolares.
A veces pensamos que la seguridad solo tiene que ver con evitar robos, pero la verdad es que un sistema de vigilancia también protege la salud y el bienestar. En Clickhouse creemos que cuidar tu casa también significa cuidar a quienes viven en ella, especialmente cuando se trata de proteger a los más jóvenes de amenazas invisibles como esta.
Un problema que nos involucra a todos
La aparición de esta nueva droga no es solo un tema policial o médico: es un reflejo de cómo cambia la sociedad y de la necesidad de mantenernos alerta frente a nuevas formas de riesgo.
Cada generación enfrenta desafíos distintos, y hoy el peligro se presenta con una cara mucho más sutil. Ya no se trata de reconocer pastillas, polvos o jeringas; ahora puede ser un sticker, un dulce o una simple hoja de papel impregnada con sustancias sintéticas.
Por eso, la prevención debe ser integral: educación, comunicación, tecnología y vigilancia. Todos somos parte de la cadena de protección. Los padres enseñando, los colegios informando, las autoridades fiscalizando y las empresas, como Clickhouse, aportando herramientas para mantener entornos más seguros.
Reflexión final
La amenaza de las drogas no se mide solo por su potencia, sino por su capacidad de engañar. Este nuevo formato en forma de sticker representa un cambio en la manera en que las sustancias ilícitas llegan a la sociedad, y es responsabilidad de todos impedir que se propaguen.
No basta con saber que existen; debemos actuar. Educar a nuestros hijos, observar lo que ocurre en nuestro entorno y no minimizar los riesgos. Porque detrás de cada historia de consumo hay una falta de información, un descuido o una oportunidad perdida para prevenir.
Desde mi experiencia en Clickhouse, he aprendido que la seguridad real comienza con la conciencia. Podemos instalar alarmas, cámaras y sensores, pero lo más importante es estar atentos, cuidar a quienes queremos y no mirar hacia otro lado cuando algo no parece correcto.
La prevención, al igual que la seguridad, es un compromiso diario. Y si todos ponemos de nuestra parte, podemos evitar que estas nuevas drogas —disfrazadas de inocencia— sigan cobrando víctimas.